Este fin de semana que acaba de pasar se celebró en Antequera (Málaga) el Campeonato de España de Atletismo en Pista Cubierta de 2015. Han sido dos días muy especiales, primero porque hacía otros 4 años que no competía en Pista Cubierta, y segundo porque he disfrutado como si hubiera sido mi primer Campeonato de España, tanto sobre el tartán como desde la grada. Esto que puede sonar tan simple, es clave, porque esas dos variables no se daban juntas desde hace muchos, muchos años, tantos que ni me acuerdo ya… Y eso no es bueno. El que haga tanto tiempo, quiero decir. Añado también que en mi nuevo club, el Tenerife CajaCanarias, me he sentido como en casa… ¡El sentimiento canario al final tira mucho!
Sobre mi actuación en la pista, competí en triple salto, que es una disciplina que empecé a entrenar de forma más o menos seria el año pasado. Ciñéndome al resultado, 12,31 m., ha sido una actuación mala, ya que es lo que saltaba sin entrenar específicamente la prueba, cuando solo la hacía por cumplir. No hace falta adornar la situación porque es así, pero no me preocupa porque acabé la prueba contenta por varias razones:
- Me lo pasé como si fuera una cadete que va a su primer Campeonato, intentando salir del paso como podía y viendo con admiración competir “a las buenas” entre ellas. Se supone que esta no es la mentalidad con la que vas a una competición, soy consciente, pero yo tengo muy claro cuál es mi sitio ahora mismo.
- A pesar de estar bastante nerviosa horas antes, llegué a la prueba tranquila, sin estrés, con el gusanillo en la barriga pero con todos los sentidos puestos en donde los tenía que tener. Conseguí quitarme miedos que llevo arrastrando toda la temporada (por no decir toda mi vida atlética), pero que solo pueden solucionarse en concurso. Entrenando es todo muy fácil y bonito, pero con todos los factores que se aúnan durante una competición la cosa cambia mucho, por lo general para mal. Por primera vez logré no ver la tabla de batida como una amenaza (sin entrar en el no uso que hice de ella) y eso es un GRAN paso para mí.
- Mis saltos (menos uno que se salvó un poco, el salto nulo – sí, qué casualidad-) fueron un esperpento en lo que a técnica se refiere. Durante los entrenamientos no es que salte de libro, pero a algo medio decente al menos llego. Precisamente por eso, la marca en este caso significa poco, es lo que queda reflejado sobre el papel, lo que se ve desde fuera, pero no representa lo que soy capaz de saltar, ni en este momento ni en un futuro. El tener esto claro es lo que me hace ser capaz de sacar la lectura positiva de la competición. El único “pero” que pongo es la incomodidad que debe sentir mi entrenador porque, como digo, la medición objetiva al final es lo que se ve y, aunque yo tenga claro que este resultado no me representa ni a su trabajo tampoco, sé que es mucho más fácil asumirlo para mí porque no me importa lo que puedan opinar los demás, pero entiendo que para él no sea el caso.
Además de disfrutar como atleta, como espectadora lo pasé de lujo. Ver cómo la gente lo da todo en la pista, les conozca o no, tenga buena relación con ellos o no, me pone los pelos de punta. En muchos casos son personas a las que he visto crecer como deportistas, pasar por buenos momentos y por momentos duros; sé el trabajo y el esfuerzo que se esconde detrás de cada éxito, ya que aquí nadie regala nada. También sé la frustración que se siente cuando, a pesar de haber hecho bien los deberes, luego no se refleja en la pista. Por eso quiero darles las gracias a quienes se dejan la piel todos los días peleando por ser mejores atletas, porque me hacen emocionarme y recordar por qué este deporte es tan maravilloso; mi enhorabuena a aquellos a quienes (por fin) les están saliendo bien las cosas y mis ánimos para quienes aún están luchando por demostrar lo que valen.
Al final, la competición que cuenta es la que tienes contigo mismo. Superar tus propios límites y ser mejor que tu yo del pasado es lo que te lleva a avanzar. Está claro que el cajón más alto del podio solo puede ser para uno (vale, dos a lo sumo), pero cada uno tiene también sus propios objetivos, que no tienen por qué coincidir con los que pudieran parecer obvios a ojos de los demás. Aparte de eso, cada persona libra su propia batalla contra los nervios, sus miedos, las ganas de hacerlo bien… Que a veces son las que más te traicionan.
Una vez acabado este periodo, toca reflexionar y sacar conclusiones, descansar cuerpo y mente, y coger fuerzas para empezar a entrenar de cara a la temporada de verano, despacito y con buena letra. ¡Nos vemos al Aire Libre! (que es lo que está guapo de verdad)