El sábado estrené mi corta temporada de pista cubierta en el Palacio de Deportes de Zaragoza «El Huevo», en el Trofeo Ibercaja. La última vez que competí en esa pista fue el 6 de Febrero de 2010 y el único vídeo que hay en internet en el que salga saltando, que yo sepa, es precisamente de esa competición. Este es el enlace al vídeo (pa’ las risas).
Salté 5,85 m. y quedé en 2ª posición. El objetivo era saltar al menos 5,90 m. (estaba convencida de que esa era la mínima para el Campeonato de España, pero mientras escribo esto lo he comprobado por si acaso y resulta que es 5,80 m., así que ¡objetivo cumplido!). El Campeonato de España de Pista Cubierta este año se celebra durante los días 5 y 6 de Marzo en Madrid, por lo que me hace ilusión estar presente.
Como no sería yo si no suelto un rollo, aquí llega el making of de una competición cualquiera, en este caso la de ayer, para que se entienda un poco porque a veces me planteo hasta qué punto merecen la pena estos tutes por lo largo y ancho de la geografía española.
Hasta el día anterior por la mañana no decidí ir a Zaragoza, ya que suponía un gasto considerable de dinero (para mí) pero que finalmente decidí hacer porque no sabía cuándo iba a poder competir si no, dado mi historial de contratiempos en lo que va de año. Además estaba agotada de toda la semana; me tocó trabajar unas cuantas horas más de lo habitual y me pasaron bastante factura. Aun así, tomé la decisión de ir.
Después de varios intentos fallidos, conseguí comprar el último billete de guagua disponible para las 11:00 del sábado 6, con llegada a Zaragoza a las 14:45. La organización de la competición ofrecía almuerzo a los atletas inscritos, pero a mí no me quedaba otra que llevarme mi propia comida. Delicada que es una, qué se le va a hacer. La preparé esa noche, al volver de trabajar, para dejar todo listo.
A la mañana siguiente cogí mis cosas y me fui a la estación. A las 11:00 no había rastro de la guagua, así que empecé a ponerme nerviosa. Menos mal que al final solo llegó con 10 minutos de retraso, porque competía a las 17:00 y no es que fuera muy sobrada de tiempo. El viaje bien, dentro de lo que cabe; mi lumbar y mis piernas no estaban muy conformes con la posición ni con la duración del trayecto, pero no les quedaba otra que aguantarse. Cuando faltaban unos tres cuartos de hora para llegar, saqué mi tupper y me puse a comer con la calma, para estupefacción de la chica que tenía al otro lado del pasillo. Ya lo superará.
Como me gusta estar preparada para estas cosas, sabía que a la salida de la estación podría coger una guagua que me dejaría en la puerta del Palacio. Mi idea era sentarme un rato en la grada antes de irme a calentar. La parte de la guagua bien, la de la grada no: cuando llegué aún no habían abierto la instalación. No pasaba nada, la temperatura era bastante llevadera así que un ratito en las escaleras de la entrada no iba a hacerme daño.
Una vez dentro calenté, competí y demás (gracias por los consejos P.P.), y luego me fui a la grada a estar un rato con la gente soriana de adopción que conocía. Eran casi las 18:30 y la guagua de vuelta la tenía a las 20:20, por lo que iba bien de tiempo. Pues resulta que no, que había paros parciales de los Urbanos de Zaragoza justo entre las 18:00 y las 20:30, de los que me avisó muy amablemente un “lugareño temporal” (¡mil gracias!), así que para evitarme problemas salí de la pista a las 19:05. Era un trayecto de 5-10 minutos en guagua hasta la estación, por mucho que tardara en venir debía llegar sin problema. Bueno, solo decir que acabé cogiendo un taxi.
Llegué con el tiempo justo para comprar algo rápido para cenar, pero ninguna de las opciones disponibles me servía. Al final compré una bolsa de papas fritas (cena copiosa y nutritiva donde las haya) en una tienda de golosinas y me fui directa hacia la dársena.
A la vuelta había poca gente y los asientos tenían pantallas individuales, todo perfecto. Un par de películas después, sobre las 00:15, llegamos a Madrid. Tenía el cuerpo bastante dolorido, pero eso viene por contrato cuando te metes en esto. En general fue un día muy tranquilo; a excepción de la huelga de guaguas, todo salió como estaba previsto. No siempre es así, pero ayer hubo suerte.
La vida sigue antes y después de competir. Para aquellos que se dedican a esto y que les da de comer, la situación es bastante diferente. Para mí, que ya estoy en Operación Retirada, es algo que tengo que meter con calzador en mi rutina. Supone una inversión de tiempo, dinero y energía que ya no puedo hacer a la ligera, aunque afortunadamente aún me parece emocionante y me compensa.
– P –