Esta ha sido una semana dura. Ya no tanto por la intensidad, sino por ver que no llegaba. No llegaba a tener la energía necesaria para entrenar, a las horas de descanso que a mi cuerpo le hacían falta, a tener tiempo para las tareas básicas. Ya empezó mal, siguió peor, pero al menos pude salvarla un poco al final… Lo peor es ese sentimiento de rabia, de impotencia, el saber creer que lo estás poniendo todo de tu parte y que aún así no parezca ser suficiente. Hace unos días me encontré con alguien que, al contarle cómo era un día cualquiera en mi vida, me dijo: «claro, es que no se puede tener todo». Y realmente tiene razón, por lo general todo no se puede tener, pero lo que sí se puede hacer es priorizar para conseguir lo que es más importante para ti. Se trata de ajustar más, de ser más preciso.
El dicho «el tiempo es oro» no puede ser más acertado, lo malo es que no nos damos cuenta de lo realmente valioso que es hasta que no vivimos en nuestras carnes la cadena de consecuencias que puede acarrear llegar 1 minuto tarde, o lo bien que nos vendrían en X momento esos 5 minutos que hemos estado remoloneando por la mañana antes de levantarnos. Siempre se puede hacer un poquito más, la clave está en los detalles. De hecho, llega un punto en el que los detalles son precisamente los que marcan la diferencia entre conseguir lo que nos proponemos o no.
En mi caso, ahora mismo soy muy afortunada porque lo más importante lo tengo: salud, casa, comida, trabajo, tiempo para entrenar y gente que me apoya. Soy perfectamente consciente y no pasa un día en que no esté agradecida. Ahora solo me queda ajustarlo todo de manera que encajen mejor las piezas y el puzzle quede sin hueco alguno. Y, aunque no lo consiga de un día para otro, tengo claro que la motivación hará que sea más pronto que tarde. Porque querer es poder. Porque sé lo que quiero y estoy abriéndome camino para llegar a ello.
– P –