Primero lo primero: ¡feliz año nuevo! No creo que haga ningún daño empezar con buenos deseos. Lo segundo: he decidido que la palabra que voy a tomar como referencia para moverme a través del 2019 es «explorar». Lo de elegir una palabra del año es algo que vi en un vídeo hace algún tiempo y me parece interesante explorarlo (guiño) en plan serio.
Progresar a veces trae dolor consigo
Que me gusta pensar y reflexionar sobre la vida en general no es ningún secreto. Al final de cada año mi tendencia es hacerlo con más intensidad, por aquello de los balances anuales y esas cosas. Este año me he pasado de intensa, pero ha sido porque la situación lo requería.
Como escribí (aunque no compartí), a principios de diciembre me pegó un bajón bastante fuerte. Los bajones son normales y pasan hasta en las mejores familias. En esta ocasión, para mí fue un indicador claro de que mi punto de inflexión había llegado por fin.
He perdido la cuenta de las veces que he echado la vista atrás durante estos dos últimos años para ver mi progreso. Aunque solo fuesen imaginaciones mías, he sentido que tenía en todo momento varios pares de ojos observándome a escondidas, analizando lo que hacía y lo que no hacía. Paranoias aparte, el par de ojos que más me ha juzgado durante este tiempo (y durante toda la vida, la verdad) ha sido el que me encontraba cada día al mirarme al espejo.
Solo puedes controlarte a ti, nunca a los demás
Cuando tuve esa reciente crisis existencial del tipo «¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?», me di cuenta de que ya había llegado la hora de pasar página. Al final el proceso ha sido como pasar de niña a mujer de nuevo, en el lugar en el que empezó todo. Calculé mal los plazos, cosas que pasan, pero por fin me siento fuerte, con ánimos y con ganas de descubrir nuevos horizontes. Toca escribir el siguiente capítulo.
Echando la vista atrás, por fin me doy cuenta de qué es lo que he estado haciendo realmente durante estos dos años: reconciliarme con mi pasado. Sé que suena a que he saldado cuentas pendientes o a que he cerrado viejas heridas, pero no ha sido tan poético. En algunos aspectos podría decirse que sí, pero en la mayor parte de casos se ha tratado de un ejercicio de perdón y de aceptación, tanto hacia mí misma como hacia otras personas y situaciones.
Soy muy consciente de que hay muchas personas que no me entienden o que no me «pillan el punto». Ante eso solo puedo decir que tampoco hace falta que lo hagan, ya que no hay necesidad de que todas las personas conectemos entre nosotras. Si así fuese le quitaría bastante gracia a esta aventura de vivir.
Donde sí he tenido que poner límites ha sido en los intentos por redirigir mi forma de ser y de pensar. Ese he sido uno de los descubrimientos más sorprendentes que he hecho: ver cómo otras personas tratan de llevarte a su terreno y la resistencia que ofrecen ante tu determinación de no ir hacia él. Suele ser lo suficientemente sutil como para que no puedas llamarles la atención por ello, pero lo suficientemente descarado como para que resulte muy molesto.
Explorar para seguir creando mi historia
Me he cansado de disculparme por ser como soy y por hacer las cosas como las hago. Cuando más me molesta es cuando lo hago de piel para dentro y se ha convertido en una especie de hilo musical que suena de fondo de manera constante. Ha llegado el punto en el que me resulta insoportable y me niego a reproducirlo más. Ya es hora de renovar el repertorio.
Por eso «explorar» es la palabra elegida para este año que empieza. Tengo curiosidad por ver qué pasa si rompo por fin esas cadenas invisibles que tengo puestas y descubro qué hay más allá. Así veo la vida y espero verla siempre: como una sucesión de oportunidades para explorar, para aprender, para equivocarme, para reinventarme y para volver a empezar.
Sí, tengo 34 años, ¿y qué? Las cosas vienen cuando vienen y, hasta donde sé, no puedo viajar en el tiempo y hacerlas de manera distinta. Tampoco es algo que tenga interés alguno en hacer, porque soy y estoy hoy por todo lo que he hecho hasta ahora, así que no cambiaría ni una coma. Afortunadamente, todavía sigo aquí escribiendo mi historia.
Sigue habiendo tantas personas, lugares, experiencias y emociones que me quedan por descubrir que la ilusión es lo que domina por encima de todo lo demás. Desconozco cuántas oportunidades me quedan pero, mientras tanto, quiero aprovechar el momento en el que me encuentre. Ahora mismo, el momento es este, y tengo intención de explorarlo.