El último día de 2020 ya está aquí. Por lo general no soy de las que cree que los cambios de año cambien gran cosa por sí solos. A ver, me hacen ilusión y la sensación de poder hacer borrón y cuenta nueva siempre está ahí en segundo plano, pero soy consciente de que los deseos sin un plan son simples fantasías.
Siempre evito desear que el tiempo pase lo más rápido posible, porque hay que tener mucho cuidado con lo que se desea. Aún así, también entiendo que en las circunstancias actuales este día/noche venga cargado de una dosis de esperanza más alta de lo habitual. Creo que nos la hemos ganado, con creces además. Yo pienso aprovechar la parte que me toca, sin duda.
Cuestionándome todo
La última entrada que escribí, en la que hablaba de que me daba miedo pasarme de vulnerable, abrió mi caja de Pandora personal. Todo lo feo que guardaba dentro, muy dentro, empezó a salir por cada resquicio que fue capaz de encontrar. Una somatización en toda regla. Estoy en proceso de averiguar si también hay algo más, pero al menos la purga emocional ha sido (y sigue siendo) bastante intensa.
A lo largo de estas últimas semanas me he preguntado muy seriamente qué es lo que pinto aquí, en este mundo, en esta realidad. Para quien haya pasado por momentos más o menos bajos no es ningún secreto que te cuestionas todo. Y cuando digo todo, es absolutamente TODO.
El problema de esto es que cuando no eres capaz de encontrar respuestas mínimamente satisfactorias, te vas dejando arrastrar poco a poco hacia un rincón oscuro del que, como te descuides, puede resultarte bastante difícil salir. En la medida de lo posible, es conveniente guardar la distancia de seguridad respecto a ese rincón, que en eso ya hemos ganado mucha práctica.
Liberando las emociones
Aunque me guarde los detalles, me apetecía compartir una de las cosas que he sacado en claro en este tiempo: que me tomo la vida demasiado en serio. Y sí, la vida es cosa seria, en el sentido de que hay que valorarla y estar agradecida por ella y demás. Lo hago y lo estoy, eso por descontado.
Pero, al mismo tiempo, no se puede emplear la misma cantidad de atención y de energía en todos los aspectos que la constituyen, porque te agotas a todos los niveles. Eso es lo que me pasa a mí, que me paso de intensidad hasta con la cosa más nimia, muchas veces para acabar igual que al principio y frustrada porque al final no he hecho nada con ella.
Aceptar que soy una «profunda de la vida» no ha sido un camino nada fácil, sobre todo porque me pasé más de veinte años convencida de que era alguien incapaz de sentir de manera normal. Resulta que mis emociones solo estaban secuestradas; cuando finalmente consiguieron ver la luz prometieron no volver a encerrarse nunca. Y cumplieron su palabra. Ahí están, correteando libres y desnudas, negándose a taparse las vergüenzas, por mucho que se lo pida en público y en privado.
Y de eso precisamente es de lo que quiero que vaya mi vida a partir de ahora. No solo en este año que entra, aunque quiero aprovechar el tirón para coger impulso, sino que quiero que mi vida transcurra en ese lugar donde reina la libertad y la desnudez emocional.
Consumir menos y crear más
Estoy cansada de filtrar, de pensar en ventajas e inconvenientes, de anticiparme. Harta de cambiar cien veces detalles absurdos, de preocuparme por qué dirán o qué pensarán, de querer ir veinte pasos por delante para luego ver que por culpa de tanta precaución no me he movido del sitio.
En una película que vi hace unos días una mujer le decía a otra, al pedirle que le pintase un cuadro: «muéstrame cómo ves el mundo». Esa frase me dejó tocada. Tanto fue así que, a nivel personal, mi objetivo principal para el 2021 es muy claro: consumir menos y crear más. Para alguien como yo, «Miss Reflexiones», tanta comparación, tanta edición y tanta estrategia llevan a una parálisis por análisis garantizada.
Quiero crear con mis manos y con mi cuerpo, con mis palabras y con mis emociones. Ser profunda en un momento y superficial en el siguiente. Quiero sacar a la luz toda esa intensidad que me sobrepasa, aunque sea más de prosa que de poesía. Quiero mostrar cómo veo el mundo.
Por un 2021 que nos traiga salud (mucha y para todos), amor del bueno, dinero para darnos tranquilidad y creatividad para darle de comer al alma.
Nos vemos el año que viene.