Mi madre dice que me tomo las cosas demasiado en serio. Si tu madre te dice eso, te paras a reflexionar. Por separado, no creo que ser perfeccionista, exigente e inconformista sean rasgos negativos, es más, considero que en su justa medida y bien empleadas son cualidades más que deseables a la hora de plantearse metas y objetivos.
Ahora bien, es cierto que cuando las juntas pueden llevar a lo que llamamos parálisis por análisis. Para aquellas tareas que debes terminar por obligación no suele pasar gran cosa porque la única opción que tienes es finalizarlas, por lo general de una forma marcada de antemano.
La inacción a la que me refiero es a la que se produce a nivel creativo, en el terreno de aquello que haces porque quieres y no porque debes. Medios de expresión como el dibujo, la escritura, la fotografía, el baile, etc.
Te parece que las cosas nunca están lo suficientemente bien, que siempre puedes cambiar algo para mejorarlas, que esperando un poco podrías añadir otra cosa más… Y lo que consigues es no terminar nada, solo ir posponiéndolo hasta que esté como tú quieres, momento que puede no llegar nunca.
Personalmente, sufro mucho de este problema, por llamarlo de algún modo. Quiero hacer tantas cosas y, además, hacerlas bien, que al final no hago nada.
El otro día estuve viendo una entrevista a Elizabeth Gilbert, autora del libro Come, Reza, Ama (sí, en el que se basa la prescindible película protagonizada por Julia Roberts), y una de las muchísimas cosas interesantes que dijo fue “done is better than good”, es mejor terminar las cosas que el hecho de que sean buenas, en lo que a calidad se refiere.
Esto quiere decir que no te vale de nada que algo esté bien si no lo terminas, si no le pones punto y final y lo dejas ir. Gilbert dice que eso le pasó con ese libro: era consciente de que no era lo mejor que podía crear, que había muchas cosas que podía cambiar para lograr estar más satisfecha con el resultado, pero que finalmente tuvo el valor de acabarlo y de desprenderse de él.
En referencia a los procesos creativos, también dijo:
“No quiero ser perfecta, quiero terminar(lo)”.
“El perfeccionismo es un asesino en serie”.
“Lo que te hará terminarlo no es la disciplina, sino saber perdonarte a ti mismo (por no ser perfecto)”.
Me fascinan esas personas que no se preocupan lo más mínimo por lo que hacen, que no se paran a pensar si está bien o mal, si hay errores que se puedan corregir o si lo que quiera que han hecho le importa u aporta algo a alguien en el mundo. Simplemente lo hacen y luego se olvidan, siguen adelante, haciendo muchas más cosas, una detrás de otra.
Y lo mejor de todo es que es esa despreocupación lo que suele llevar a la gente a tener éxito. El que hace algo, aunque sea de cualquier manera, ya ha hecho más que el que no hace nada. No hay más secreto que ese.
Yo no sabría hacer eso por mucho que lo intentase, cosa que tampoco pretendo, pero admito que debe ser maravilloso vivir así. Dichosos sean los que pueden, a los demás nos toca luchar contra nuestro criterio y los demonios que lo acompañan.
A veces le damos demasiada importancia a las cosas y al final nada es tan relevante. La realidad es que cualquier cosa que lleves a cabo seguro que ya la ha hecho alguien antes que tú. La cuestión es que nadie lo ha hecho a tu manera, porque cada uno tiene su propio filtro para ver, sentir y transmitir las cosas.
Por eso, nunca está de más hacer lo que quieras hacer, porque lo harás como solo tú puedes hacerlo. Esa es la finalidad de darle rienda suelta a la creatividad, expresar tu punto de vista, diferente al de cualquier otra persona.
Va a ser cierto que me tomo las cosas demasiado en serio, mi madre tiene razón. La solución es fácil: Hacerlo y saber perdonarse por ello. Just do it.
– P –