Reflexiones

Querida Yo: deja de machacarte. Tampoco lo has hecho tan mal

Querida yo:

Ya sé que estás un poco «así». Se cumple el primer aniversario desde que volviste a casa, y sientes que no has hecho nada de provecho. Cuando alguien te pregunta a qué dedicas el tiempo o qué vas a hacer con tu vida, no sabes muy bien qué responder. Llegado este punto, la verdad es que ni tú lo tienes claro.

Estás justo en ese momento en el que parece que la mayoría de la gente que te rodea ya tiene su vida hecha. Tienen eso que te gusta llamar el «pack de persona adulta»: trabajo, casa, pareja, hijos… Vale que no todo el mundo lo tiene todo, pero es que la única que no tiene nada de eso eres tú. ¿Que si deberías estar preocupada? Bueno, teniendo en cuenta que nunca has soñado con tener una vida «perfecta», creo que puedes estar tranquila. Al fin y al cabo tienes la libertad de decidir qué hacer y eso, tal como está el mundo hoy en día, es todo un privilegio.

Volviste a Las Palmas con la idea de descansar, de recuperar fuerzas (físicas y emocionales), y también para pasar tiempo con tu familia. Sabías perfectamente que iba a ser duro, que te iba a costar adaptarte de nuevo a la vida isleña. Aún así, tomaste la decisión de crear este punto de inflexión en tu vida y volver a tus orígenes. Eras consciente de lo que te esperaba. Dicho esto, me parece que lo que te está frenando, aparte de tus inseguridades es, precisamente, estar donde estás. 

Deja de machacarte

Siempre has ido por libre, no es algo de ahora. Es como si siempre hubieses llegado tarde a todo, yendo tres pasos por detrás del resto, con esa calma que te caracteriza. Y la verdad es que, aunque ahora mismo sientas que no puedes presumir de nada, tampoco lo has hecho tan mal. Vale, llevas un tiempo atascada. ¿Y qué? Hasta donde tú sabes, te queda mucha vida por delante, tanto para arreglarlo como para volver a perderte. Es el proceso lo que cuenta al final, porque la meta ya sabes cuál es: esa de la que no escapa nadie.

¿Que no han salido las cosas como esperabas? Pues chica, bienvenida al mundo real. Pero eso no significa que hayas tirado el tiempo a la basura. Olvídate de eso ya. ¿Has descansado? Sí. ¿Tienes las fuerzas renovadas? Sí. ¿Has pasado tiempo con tu familia? Quizá no como lo habías planeado… pero la respuesta sigue siendo sí. Eso quiere decir que has conseguido los objetivos principales que tenías al volver a la isla. Claro que podrías haber hecho más cosas pero, por lo que más quieras, deja de machacarte tanto. A lo hecho, pecho.

Tus proyectos… ay, tus famosos proyectos. ¿Sabes quién es tu mayor (y única) enemiga, no? Pues eso. ¿De qué tienes miedo? ¿De mostrar lo que sabes hacer? ¿O de que haya gente a la que le guste lo que haces? Me vas a perdonar, pero ¿qué clase de miedos son esos? ¿Sabes lo afortunada que eres por tener la oportunidad real de hacer lo que quieras? ¿Por tener opciones? No te lo digo para que te sientas (más) culpable, sino para ver si se te quita la tontería. Arriésgate, exprésate, exponte, haz el ridículo si es necesario. ¿Que te da vergüenza? Pues mejor, a ver si con un poco de suerte la pierdes.

bandera roja

Ahora sin paños calientes: Las Palmas no te sienta bien. Ahí lo tienes, ya lo he dicho. Siempre dices que para pasar las vacaciones es un sitio maravilloso, el mejor que existe para bajar el ritmo y para recargar las pilas… pero hasta ahí. No es tu sitio y lo sabes. Siempre lo has sabido. Entiendo que quisieses demostrarte que era solo cuestión de tiempo adaptarte, y que te resulte doloroso aceptar que no haya sido así. Quién sabe, puede que en un futuro haya «algo» que te pida establecerte allí… pero a ese «algo», de momento, ni se le ha visto ni se le espera.

¿Te acuerdas de cómo te sentiste durante el Interrail? Qué pregunta más tonta, si ya sé que te acuerdas como si hubiese sido ayer… Pues esas ganas de explorar, de comunicarte, de ser tú en todo tu esplendor es lo que tienes que buscar. Sabes lo que llevas dentro y que, por alguna razón inexplicable, en casa eres incapaz de sacarlo. No es culpa tuya sentirte así de cohibida, pero sí que es tu responsabilidad encontrar la manera de desbloquearte. Si para ello necesitas cambiar de localización en el mapa, quizá sea hora de plantearte seriamente esa posibilidad.

Tú, amiga mía, no eres mejor que nadie, pero tampoco peor. Lo que te pasa es lo mismo que lleva a millones de personas a salir de sus casas (en el caso de que tengan una, claro). Sea por necesidad o por voluntad, son esas ganas de salir adelante y de agarrarse a la vida lo que les da fuerzas. La gran diferencia es que estás en una posición privilegiada y tienes la suerte de poder elegir. No te martirices por lo que no has hecho durante estos meses. Así sí que no consigues nada. En lugar de eso, aprecia lo que sí has podido hacer y siéntete agradecida por ello.

Quiérete más

Estate tranquila. En cuanto por fin aceptes la realidad en lugar de gastar tanta energía en negarla, encontrarás esas respuestas que buscas con tanta ansia. Deja de luchar contra tu propia corriente: así lo más lejos que vas a llegar es a quedarte donde estás, y encima agotada. No tiene sentido. Quiérete más y explora ese camino que, aunque esté intransitado, es el que te puede llevar al otro lado de tus miedos. Te aseguro que en cuanto sepas a dónde quieres llegar la maquinaria se encenderá automáticamente.

Tomes la decisión que tomes, te llevara en la dirección correcta. Ahora es el momento de realmente poner en práctica ese amor propio que tanto predicas pero que tan poco aplicas a veces. Sé más autocompasiva. No te compares con nadie ni pretendas vivir a través de otras personas; cada una tiene sus propios sueños y sus propios temores, que quizá nadie más aparte de ellas conozca. Agarra los tuyos por los pelos y plántales cara: hazles saber que tomas el mando. Todo saldrá bien (sé que lo sabes, pero nunca está de más recordarlo).

Cuídate mucho. Te quiero.

La carta es real. Simplemente he editado el texto original para que estuviese presentable. También he omitido cosas, por supuesto. Aparte de eso, esta soy yo intentando ser amable con mi persona. No es mi tendencia natural, así que no me queda otra que practicar, practicar y practicar.

¿Tú también sueles ser más dura contigo misma de lo que lo eres con los/las demás?

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