Amor Propio y Autoestima, Relaciones Interpersonales

La relación que tienes contigo es la base de tus relaciones con los demás

La relación que tienes contigo es la base sobre la que se asientan el resto de las relaciones que tienes en tu vida. Las consecuencias las notas tú, pero inevitablemente también tiene un gran impacto en la dinámica de tus interacciones con el mundo.

Por qué la relación que tienes contigo es clave

¿Eres consciente de cómo te tratas? ¿Te tratas con cariño y con respeto? ¿Te pasas el día diciéndote lo mal que haces esto o el ridículo que hiciste aquel día?

Si estás constantemente criticando tu aspecto o enumerando todos los errores que cometiste en la última semana, es lógico que no vayas a sentirte todo lo bien que te podrías sentir.

Está claro que no puedes estar constantemente haciendo inventario de cada cosa que piensas o haces, pero reflexionar de vez en cuando sobre el tema seguramente sea una buena idea.

Lo cierto es que cualquier cosa que aceptes como cierta sobre ti, deja la puerta abierta a que otras personas validen que esa creencia u opinión. Es decir, que te ayuden a confirmar con sus palabras y/o actos que esa creencia es, tal como crees, cierta.

El principal problema que nos encontramos es que, con demasiada frecuencia, ni siquiera somos conscientes de cómo es realmente nuestra relación con nosotros mismos. En un mundo que cada vez parece más frenético, parece que parar un momento a plantearnos este tipo de cuestiones es casi una pérdida de tiempo. Por supuesto, ¡es cualquier cosa menos eso!

Esto es especialmente importante si sueles sentir que otras personas no te tratan de la manera en la que te gustaría que te tratasen. Al final, lo que ocurre dentro de tu propia mente es lo que está a tu alcance controlar y modificar.

Tú decides cómo permites que te traten

Un ejemplo bastante típico: si crees que no mereces ser tratado con respeto (sin entrar ahora en las causas que te hayan llevado a tener esa creencia), cuando otras personas no te traten con respeto lo vas a aceptar, porque en tu mente “es lógico” que no lo hagan.

Y he aquí algo crucial: aunque sea una percepción de tu mente, no significa que sea algo que hagas de manera consciente.

Por eso es tan importante que marques las pautas de cómo quieres que te traten, empezando por tratarte bien tú. Que sí, que es muy fácil decirlo, pero espero que estas líneas al menos sirvan para despertar tu curiosidad sobre el tema.

Es responsabilidad de cada persona poner los límites que no quiere que se sobrepasen. Sin unos límites determinados, la línea entre lo que es aceptable y lo que no resulta difusa, probablemente invisible.

Cuando una persona se acostumbra a tratarse bien, con amabilidad y con respeto, atendiendo a sus necesidades y poniendo límites a aquello que no le hace bien, le resulta mucho más fácil detectar cuándo otra persona no actúa de la misma manera con ella.

Cómo sentar las bases de tus interacciones

En un mundo ideal, tratar bien a otras personas sería la actitud por defecto, pero a estas alturas de la película ya sabemos que lo ideal y lo perfecto no existe. Eso significa que hay personas que tratan de malos modos a otras, ya sea a conciencia o porque es la única manera que conocen.

Esto quiere decir que limitarte a soñar, desear o rezar por que alguien te trate como quieres que te trate es una apuesta bastante arriesgada. Para asegurarte de que recibes el trato que deseas, deberías (simplificando mucho, muchísimo):

  1. Saber qué tipo de trato es el que deseas, determinando qué palabras y acciones sobrepasan la línea para ti.
  2. Comunicar tus límites de la manera más clara posible.

De nuevo, esto puede ser más fácil en la teoría que en la práctica. Aún así, ser consciente de que las cosas rara vez ocurren porque sí es una perspectiva bastante útil para empezar a poner remedio a lo que no funciona.

El primer paso: conocerte y forjar una relación estable contigo

Hay una frase bastante habitual que dice algo así como “no puedes querer a otra persona si no te quieres tú”. En mi opinión, eso ya es ir demasiado lejos.

Por supuesto que puedes querer a alguien a pesar de no tener la mejor relación contigo mismo, como también otra persona te puede querer en esas circunstancias. El amor, del tipo que sea, no viene con una lista de requisitos.

Entonces, ¿cuál es el problema? El problema, a grandes rasgos, es la presión que se genera. Cuando tenemos alguna carencia o alguna necesidad que no está siendo cubierta, buscamos fuera la solución para cubrirla. Esto, trasladado a las relaciones interpersonales, supone una presión añadida a algo que ya es complejo de por sí.

La relación que tienes con otras personas no sustituye a la relación que tienes contigo. Puede ser complementaria, pero estas relaciones nunca pueden ser intercambiables.

Cuando sabes quién eres, qué quieres, qué te gusta y qué no, cuánto es demasiado y cuánto es insuficiente… puedes moverte por la vida dando todo lo que quieras dar, pero también asegurándote de recibir aquello que deseas recibir.

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