Intencionalidad

Sé amable, que es gratis y salimos todos ganando

Estamos todos mucho más sensibles de lo normal (y quienes ya lo somos mucho de por sí ni te cuento…). Tomar la determinación de ser amable cuando se presente la ocasión puede ser el bálsamo que necesitamos en estos tiempos difíciles.

Es normal que los nervios estén a flor de piel y que sacar a pasear a la fiera que llevamos dentro sea la salida más fácil. Como ya sabemos, el camino fácil no es el que suele traer los mejores resultados.

La cosa está tensa…

La tensión es casi palpable. Lo que vemos, lo que oímos y lo que sentimos se va acumulando, y el malestar nos va envolviendo como una planta trepadora. Y eso es a nivel colectivo: sabemos aquello por lo que está pasando todo el mundo en su conjunto, es imposible de ignorar.

De lo que no tenemos ni idea es de lo que está pasando cada persona a nivel individual, especialmente con las que interactuamos de manera muy breve. El sumatorio de «cosas que me hacen sentir mal» dará un resultado completamente diferente para cada una.

Ahora cuando vamos por la calle ya ni siquiera podemos ver sonrisas aleatorias. Incluso mirar a los ojos se hace extremadamente difícil a veces (o siempre en mi caso), aunque ahora mismo es lo que nos queda…

Yo sé que no todo el mundo es capaz de ponerse en el lugar de otra persona, que la empatía no es una capacidad de la que dispone todo el mundo. Aún así, quiero creer que la mayoría de la gente sí es capaz de pensar antes de hablar (o de darle a publicar). Lo que pasa es que también hay mucha gente que decide no hacer uso de dicha capacidad, ya sea de forma deliberada o por vagancia.

El dolor de los demás no aplacará el tuyo

Si me conoces algo, sabrás que soy totalmente partidaria de expresar las emociones, sean cuales sean, pero siempre con un matiz: tienes que pensar un poco en cómo, dónde y con quién hacerlo. Arrasar con todo y con todos no debería ser nunca una salida a elegir.

Si alguien sacase algún beneficio así pues lo podría llegar a entender, pero es que todo el mundo sale perdiendo. A mí que me perdonen pero ¡tremenda estafa de resultado!

¿Hacer daño a otra persona con tus palabras o con tus gestos va a aliviar tu dolor? ¿Aporta algo más allá que otra dosis de amargura a un mundo que ahora mismo está lleno a rebosar de ella? Dolor con dolor no se paga, es un negocio nefasto.

Nuestros propios problemas son los que más nos van a pesar, por lógica, pero sacar las uñas y enfadarnos con el mundo no los va a solucionar. Es más: sacando las uñas lo más probable es que consigas que los demás te saquen los dientes, causando heridas innecesarias en ambas partes.

Prueba a ser amable, a ver qué pasa

Cuando alguien está pasando por un mal momento es normal que le cueste un poco (o «un mucho») pensar en los demás. Aún así, a veces la mejor manera de ayudarnos a nosotros mismos es ayudar a otra persona, aunque esa ayuda consista simplemente en ahorrarle unos gramos extra de malestar a su día.

Una palabra agradable o un gesto amable pueden traer consigo una sensación de alivio que, aunque sea temporal, tal vez nos ayude a llevar mejor el día. ¿Lo bueno? Que beneficia tanto a quien lo da como a quien lo recibe.

Y, quién sabe, a lo mejor esa amabilidad lleva a uno de esos momentos de conexión con otra persona que pueden ser tan difíciles de conseguir hoy en día.

De todos modos, si por el motivo que sea te ves incapaz de ser amable en un momento dado, el silencio también es una opción. Si contribuir en positivo no es posible, mejor quedarse en terreno neutral.

Que sí, que puede yo viva en un mundo paralelo lleno de luz y de color (aunque lo dudo bastante), pero no creo que sea propuesta utópica.

Si ponemos todos un poco de nuestra parte, podemos hacer mucho por rebajar un par de grados la tensión existente. Ser amable realmente no cuesta nada, lo único que tenemos que hacer es tomar la decisión de serlo.

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