El miércoles fue mi último día en el trabajo. Una etapa termina, otra comienza. Hoy empiezo en un lugar nuevo, a 15 minutos andando desde mi casa, así que adiós a ir corriendo a todos sitios a todas horas, a ir cargada como una mula y a los entrenos minimalistas, entre muchas otras cosas. He tenido una gran suerte, porque el cambio llega en un momento en el que la situación me empezaba a desbordar, por lo que no puedo estar más contenta.
Es un cambio muy positivo que me va a permitir seguir creciendo profesionalmente, además de maltratar menos mi cuerpo y empezar a entrenar como corresponde, pero por otro lado también me da pena. Me da pena porque me gusta implicarme en lo que hago, de hecho, es lo más importante para mí a la hora de trabajar (y en todo en la vida, la verdad). Ayer me sentía bastante melancólica, porque han sido muchas horas y muchos momentos compartidos, que ahora pasan al recuerdo.
Cuando trabajas de cara al público, la teoría es que tienes que poner buena cara, tratar con amabilidad a la gente y ser servicial. A mí las teorías me dan igual, pero en los diferentes trabajos que he tenido he intentado dar lo mejor de mí y preocuparme por las personas, no porque se suponga que es lo que debo hacer, sino porque es lo que me sale de manera natural.
Aprendí hace ya bastante que nunca, nunca puedes saber por lo que ha pasado o está pasando una persona al conocerla, hasta que ella misma no lo comparta contigo. Simplemente, no lo sabes. Por mucha imagen de ser esto o lo otro que dé, al final son todo suposiciones que pueden ser erróneas. Somos lo que han hecho de nosotros nuestras experiencias, y de esas hay tantas como personas en el mundo.
Soy una persona introvertida y reservada. Por esa razón, me cuesta lo suyo iniciar conversación con la gente (a pesar de que sea básico en mi trabajo). Pero aún así, creo que al menos el aprobado lo tengo y que he conectado con varias personas en estos dos meses y medio. He aprendido mucho sobre las relaciones humanas, y he re-confirmado que al final lo primordial es ser auténtico, «ser como eres». De esta experiencia me llevo risas, cotilleos, confesiones y emociones.
Me siento tremendamente halagada por parte de quienes se han sentido lo suficientemente cómodos conmigo como para compartir su historia personal, sus sueños y sus inquietudes. Eso no se paga con nada y es algo que ya me quedo para siempre. También me han enseñado cosas que no sabía y me han puesto retos interesantes, que me han hecho crecer.
Aprovecho para decirles (de un modo figurado) a aquellos a los que no he sabido cómo acercarme, que lo siento. No tengo espíritu comercial, con mucho esfuerzo lo más que consigo es ser yo misma, no sé vender nada, excepto transparencia.
GRACIAS a los que me han hecho estos meses fáciles, tanto usuarios como personal; aquí me tienen para lo que necesiten, no lo duden ni un momento. Sé que hay personas que se alegran por mí de manera sincera y se lo agradezco de corazón.
Cuando digo que espero que les vaya todo estupendamente no es una frase hecha, es que de verdad lo deseo. Al final son las personas las que cuentan, lo demás se acaba desvaneciendo pero el impacto que causa una persona en ti perdura en el tiempo. Por eso, para ustedes no es un adiós, sino un hasta pronto.