Mentalidad

Las creencias limitantes: cuando el enemigo está en casa

Las creencias forman parte de quiénes somos y de cómo interactuamos con el mundo. Lo que convierte a algunas de esas creencias en creencias limitantes es precisamente eso: que dejamos que nos limiten o que nos frenen a la hora de hacer algo.

¿Qué son las creencias limitantes?

Se puede decir que nuestras creencias son uno de los filtros a través de los cuales pasa todo aquello que percibimos del exterior, y que influye en cómo lo entendemos y en cómo lo interpretamos.

Pero no solo filtran lo que viene de fuera, sino que también hacen esa misma función con todo aquello que sentimos, pensamos o hacemos.

A grandes rasgos, se puede decir que cuando modificamos de forma deliberada nuestro comportamiento a causa de una creencia en concreto, dicha creencia nos está limitando.

Una de las cosas que hace de las creencias limitantes algo espinoso es que no tienen límite. Pueden ser respecto a cómo eres, a lo que tienes, a lo que haces… pero también pueden ser acerca de algo ajeno a ti, como «el mundo» u otras personas.

Abarcan cualquier aspecto: físico, intelectual, emocional… Puedes creer que tienes exceso o defecto de algo o, tal vez creas que eres demasiado normal.

«Las cosas son así». «Las personas que son X hacen Y». «Hace falta A+B+C para conseguir D».

En resumen: en lo que respecta a las creencias limitantes, los límites los pone una estrecha colaboración entre nuestro condicionamiento y nuestra imaginación.

Cómo identificarlas

El proceso para identificar una creencia limitante es bastante sencillo. Es sencillo porque consiste en hacernos preguntas, pero eso no significa necesariamente que vaya a ser fácil.

Hay creencias que ni siquiera identificamos como tales y que tenemos tan arraigadas que, si resulta que al final necesitamos desprendernos de ellas, puede resultarnos hasta doloroso. 

Podemos dividir el proceso en tres pasos:

  1. Primero, hay que tomar cada creencia por separado para analizarla, ver de dónde ha salido y cuánto hay de verdad en ella.
  2. Una vez hecho esto, nos plantearemos si es una creencia que nos está limitando de algún modo y, si es el caso, pasamos a preguntarnos si tiene sentido que así sea.
  3. Por último, decidiremos qué hacer con ella: aceptarla, rechazarla, transformarla o ignorarla.

Como con ejemplos todo se entiende mejor, voy a analizar una de mis propias creencias limitantes.

Las creencias limitantes en acción: ejemplo práctico

Una de las creencias que me ha estado acompañando durante los últimos años meses es la siguiente:

«La gente ya no lee.»

He elegido esta porque es lo suficientemente light como para poder utilizarla de ejemplo sin problemas. Aún así, por muy light que sea, las creencias siempre tienen varias capas de profundidad, y a veces esconden una cantidad sorprendente de ramificaciones.

En mi caso, el proceso toma la forma de una conversación conmigo misma. La conversación que plasmo a continuación es la versión resumida, pero esto es que si no esto pasaría a la categoría de libro… Para tratar de facilitar la lectura, ‘V.I.’ será mi voz interior, la que hace las preguntas, y ‘P.’ seré yo, la que las responde.

(Seguramente con esto no haga más que añadir otro ítem más a la lista de cosas rarunas que hago. ATPC.)

1. ¿De dónde sale esta creencia? ¿Cuánto hay de verdad en ella?

V.I. – ¿Tienes datos suficientes como para hacer una afirmación tan tajante?
P. – No, es algo que simplemente doy por hecho. En mi caso, esta creencia proviene de mi propia experiencia, de la observación y de las conclusiones de otras personas que se supone que tienen información al respecto.
V.I. – ¿Quién es «la gente»?
P. – Pues… la gente, en general. Vale, habrá gente que no lea porque nunca ha leído, habrá gente que lea menos que antes o que lea de manera distinta, y también habrá quien lea igual o más que antes.
V.I. – ¿Antes? ¿Cuándo era «antes»?
P. – Antes de que internet y los ‘smartphones’ nos acompañasen a todas horas. Antes de que fuese tan popular utilizar los vídeos para todo. Antes… de que empezase a preocuparme por todo eso, cuando ni siquiera pensaba en ello.
V.I. – O sea, que lo que te preocupa no es que la gente ya no lea, sino cómo eso te afecta a ti, ¿no?
P. – Ay, ¡déjame en paz! (Pero sí, eso es lo que realmente esconde esa creencia.)

2. ¿Esa creencia te está limitando de algún modo? ¿Hay algo que evites hacer a causa de ella? ¿Tiene sentido que así sea?

P. – Pues sí, como asumo que «la gente ya no lee», ni siquiera hago el esfuerzo de escribir para publicar. ¿Para qué, si no lo va a leer nadie?
V.I. – ¿Nadie? Sabes que una persona ya es alguien, ¿no? 
P. – Ya, eso es verdad, y eso es algo que tampoco me preocupaba antes. Ahora parece que los números son lo más importante.
V.I. – ¿Quién dice que los números sean lo más importante?
P. – Hoy en día parece que no se habla de otra cosa: seguidores, suscriptores, crear comunidad… Es la vara de medir el éxito. Si no consigues que haya mucha gente que vea y siga lo que creas, no tienes nada que hacer.
V.I. – De nuevo, ¿quién dice eso?
P. – Ya sé por dónde vas… y sí, tienes razón. Quizás el problema sea que estoy prestándole demasiada atención a lo que dicen otras personas.
V.I. – ¿Por qué lo haces? ¿Y por qué les haces caso?
P. – Porque doy por hecho que saben más que yo de estos temas. Relacionarme con otras personas nunca ha sido mi fuerte, así que para mí tiene lógica fijarme en lo que hacen las personas a las que parece que se les da bien.
V.I. – Pero ¿esas personas son como tú? ¿Tienen tus mismas circunstancias, tu forma de ser, tus valores? Es más… ¿saben que existes siquiera?
P. – Ay, ¡déjame en paz! (Pero sí, decidir cómo actuar en función de lo que recomiendan personas que no tienen nada que ver conmigo no tiene mucho sentido.)

3. ¿Qué vas a hacer con esa creencia: aceptarla, rechazarla, transformarla o ignorarla?

Elijo rechazarla: no es cierto que la gente ya no lea. «La gente» es mucha gente, y es absurdo generalizar. Si lo que me preocupa es que no me lean a mí, esa creencia lo único que consigue es convertirse en una profecía autocumplida.

Si no escribo nada que puedan leer, evidentemente será verdad que «la gente ya no (me) lee». Por tanto, creencia rechazada.

Cómo se manifiestan las creencias limitantes en nuestra vida

A las creencias limitantes les encanta ponerse distintas caretas, pero disfrazarse de excusas es lo que más les gusta. Las excusas son difíciles de gestionar porque suelen estar basadas en la realidad.

Ahora bien, hay una gran diferencia entre ser una verdad irrefutable y «mmm sí, puedo ver cómo en determinadas circunstancias eso es cierto».

Nuestras excusas pueden ser totalmente válidas, pero eso no implica que tengamos que hacer uso de ellas. Eso sí, hay que tener las cosas muy claras para resistir la tentación.

Es curioso como cuando te pones a analizar una frase que parece de lo más inocente y empiezas a tirar del hilo, la porquería no tarda en salir a flote. La llames creencia o excusa, lo más habitual es que esconda algo detrás.

Esas frases que soltamos alegremente, sin darles más vueltas, suelen ser solo los hilitos que asoman de un ovillo enorme, pero que permanece oculto. Nuestras creencias se entrelazan y acaban formando una maraña intrincada, en la que es imposible saber cuántos hilos la forman, ni dónde se encuentran sus extremos.

La importancia de saber a quién metemos en casa

Por eso es tan importante hacernos preguntas, y pararnos a reflexionar acerca de por qué pensamos como pensamos. ¿Es un proceso tedioso? Sí, es bastante probable que lo sea, pero el esfuerzo vale mucho la pena.

Al final es cuestión de elegir qué prefieres. Por un lado, puedes ir por la vida asumiendo pensamientos como verdades verdaderas y dejar que influyan en tu comportamiento sin saber muy bien por qué.

O, por otro lado, puedes moverte a través de ella con conocimiento de causa, sin permitir que esas creencias limitantes que en realidad has formado en tu cabeza dicten cómo eres, cómo piensas o lo que haces.

¿Te atreves a tener esa conversación contigo?

Comparte esta entrada:

SUSCRÍBETE A Mi NEWSLETTER

Si quieres recibir actualizaciones del blog y contenidos que solamente comparto a través de correo electrónico.

Deja un comentario

  He leído y acepto la política de privacidad

INFORMACIÓN BÁSICA SOBRE PROTECCIÓN DE DATOS

  • Responsable: Petra Mun // Fin del tratamiento: Gestionar los comentarios que realices en este blog a través del formulario. // Legitimación: Tu consentimiento. // Destinatario: Tus datos serán guardados en los servidores de Webempresa Europa S.L., proveedor de hosting de ‘petramun.com’, dentro de la UE. Política de privacidad de Webempresa. // Derechos: En cualquier momento puedes ejercer tus derechos de acceso, rectificación, supresión y portabilidad de sus datos, de limitación y oposición a su tratamiento en la dirección de correo electrónico info@petramun.com. // Información adicional: Más información en Política de privacidad.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.