La libertad exige mucho de cada ser humano. Con la libertad viene la responsabilidad. Para la persona que no está dispuesta a crecer, la persona que no quiere llevar su propio peso, esta es una perspectiva aterradora.
– ELEANOR ROOSEVELT
Nos encanta dar nuestra opinión y quejarnos. El motivo, en caso de existir, es lo de menos: lo importante es la acción de quejarse en sí. Si hace sol, porque calienta. Si llueve, porque moja. Realmente no hay tema sobre el que alguien no tenga algo que comentar, tenga razón de ser o no.
Yo también me quejo de cosas, por supuesto, pero en algún momento (antes de opinar, por lo general) trato de hacer un breve ejercicio de autoanálisis. Lo que hago es dedicar cierto tiempo a hacerme las siguientes preguntas sobre “lo que sea”:
¿Me afecta de manera directa o indirecta? ¿Es relevante?
¿Puedo proponer alguna alternativa para que el resultado sea diferente? ¿Mejor, peor o igual?
¿La forma de verlo cambia según la perspectiva o es algo objetivo e/o irrefutable?
Me las hago porque intento, en la medida de lo posible, gravitar hacia lo constructivo en lugar de hacia lo destructivo. Elijo hacerme cargo de mis pensamientos y de los juicios que emito, interna y externamente. Ya sabemos que las opiniones son como los culos, pero dentro de eso considero importante que cada uno de nosotros, los seres humanos, seamos conscientes de qué hay detrás de ellas (y de ellos, por lo que pueda pasar).
Si todos nos parásemos a pensar por un momento en las consecuencias que tienen nuestros pensamientos, palabras y acciones, tal vez habría alguna esperanza de que cambiase algo en esta sociedad en que vivimos. En este lado del mundo somos en gran medida libres (muy afortunadamente) para expresarnos como consideremos oportuno respecto a casi cualquier cosa. La responsabilidad sobre esas expresiones es la que acaba siendo muchas veces omitida.
Ya que yo soy la única persona sobre la que tengo el poder de decidir, busco ser cada día más consciente de lo que pienso, digo y hago, así como del impacto que causa en el mundo. Como quiero que la huella que dejo sea lo menos negativa posible, procuro poner mucho cuidado en las decisiones que tomo, desde las palabras que uso, pasando por los alimentos que consumo, hasta por qué elijo un medio de transporte u otro. Quiero hacer las cosas con una intención y siendo consecuente con ella. Y hasta aquí mi reflexión navideña de hoy.
– P –