La rutina, que para muchos es sinónimo de aburrimiento, para mí es el símbolo de la tranquilidad, la vía hacia la libertad. Es la que me permite encontrar tiempo en donde no existiría si no lo hubiera creado yo de antemano. Ya he probado la improvisación y no me funciona, necesito un plan de acción para rendir. Poder poner el piloto automático para ciertas cosas me permite centrar la atención en otras que seguramente la requieran bastante más, así que cuanto mayor sea el número de tareas que pueda automatizar y de las que me pueda despreocupar, mejor.
Algunas de las cosas que me hacen la vida más sencilla son las siguientes:
- Hacer la cama cada mañana. Quién me lo iba a decir a mí, con lo que yo he sido… Pero debo decir que he notado mucho el cambio, empezando por la satisfacción de arrancar el día haciendo algo «de persona ordenada». Solo por eso ya merece la pena. Además, reduce la tentación de volver a meterme en ella y, al vivir en un espacio reducido, también hace las funciones de mesa auxiliar. También debo admitir que el momento de meterse en una cama bien hecha para dormir después de un largo día sabe a gloria.
- Levantarme siempre a la misma hora. Cuando digo que los fines de semana me levanto a la misma hora que entre semana (6:30-7:30) la gente me mira como si fuera el Anticristo. Ese tiempo extra tan maravilloso del que dispongo los sábados y domingos no puedo dejarlo escapar, me cunde muchísimo. Otro punto más a añadir a la lista de cosas que me hacen ser un poco rarita. Y a mucha honra, oiga.
- El kit de desayuno. Para mí es fácil porque no tengo muchas opciones y siempre desayuno lo mismo (copos de avena con cosas), pero como por las mañanas voy a 2 km/h, es una preocupación menos que agradezco no tener. Pongo todo en un bol mientras caliento agua en el hervidor y listo. El hervidor de agua es un gran invento para ahorrar tiempo, por cierto.
- Dejar la ropa preparada. Ya sea para ir a entrenar o para ir a trabajar, dejar todo lo que me vaya a poner colocado en un sitio me ahorra unos minutos muy valiosos (sobre todo al tener tendencia a apurar siempre al máximo). Es cierto que en este apartado también tengo poco donde elegir, cosa que me ahorra bastantes quebraderos de cabeza. No tener la necesidad de ir divina también ayuda.
- Elaborar un menú semanal. Los fines de semana dedico unas cuantas horas a cocinar. Tres platos diferentes, pan (sin gluten, si no seguramente lo compraría… Bueno, no) y algo para acompañarlo, galletas/muffins para comer entre horas (ídem). También troceo verdura y la meto en el congelador, para usar en cenas rápidas y ensaladas. Llámame aburrida, llámame organizada. Lo que sé es que llego a casa a mesa prácticamente puesta todos los días, y para mí es un lujo.
- La cesta de indispensables. Está colgada al lado de la puerta y la reviso siempre antes de salir de casa y, al volver, todo va de vuelta a ella. Es muy típico, pero con los cambios de bolso que hago diariamente necesito saber con certeza dónde están las llaves, la cartera, las gafas, el cacao para los labios… Esas cosas imprescindibles en la vida moderna.
- Establecer horarios. Me refiero principalmente al tiempo destinado a perder el tiempo. Sí, eso también tengo que tenerlo previsto, porque si no pongo límites se me van los minutos volando uno detrás de otro. Trato de emplear la/s hora/s que tengo algunos días por la mañana para hacer cosas productivas y dejo una media hora por la noche para cosas insustanciales mientras ceno. Eso sí, el fin de semana intento dejar todo lo de semana siguiente terminado el domingo por la mañana para poder dedicar la tarde a no hacer nada, que también es importante para luego rendir adecuadamente.
- Evernote. Gran parte de mis desplazamientos son andando y no puedo sacar nada en formato papel, pero como el móvil siempre lo tengo a mano, aprovecho los momentos de inspiración para escribir entradas, apuntar ideas, preparar clases, hacer listas de tareas pendientes. Como esta aplicación se puede utilizar offline y se sincroniza con el ordenador, tengo acceso a toda la información en cualquier momento, por lo que me resulta muy práctica. Hay muchas del mismo estilo, pero Evernote tiene un diseño muy simple, perfecto para mí.
- La norma de los 5 minutos. Todos conocemos la tentación de dejar tareas para luego: es muy atractiva y se hace difícil de ignorar. Fregar la loza, tender o recoger la colada, colocar la ropa u objetos en cuestión en su lugar correspondiente… Si tardo 5 minutos o menos en hacer algo, me obligo a hacerlo en el momento y no dejarlo para luego. No hacerlo supone complicarme la vida innecesariamente, ya que las tareas se acumulan y al final me veo agobiada teniendo que hacer todo deprisa porque, claramente, no va a venir un duende a hacerlo por mí.
- Pararme a respirar. Es algo que tengo que hacer varias veces al día, para bajar el ritmo y liberar tensión, tanto corporal como mental. Como casi no paro en todo el día, cuando me doy cuenta estoy totalmente agarrotada y con el abdomen contraído, así que tomarme esos pequeños momentos de relax no es opcional, es necesario por salud. Podría llamarse meditación, pero concentrarse en la propia respiración creo que es algo que todo el mundo puede entender.
Son cosas muy básicas, nada originales, pero a mí me ayudan a sacarle mayor partido a las horas del día. Así que, en mi caso, ¡la rutina me da la vida!
– P –