Reflexiones

A veces la vida se me hace un nudo

Pues eso, que a veces se me hace un poco cuesta arriba todo. Supongo que le pasa a todo el mundo, en mayor o menor medida, con mayor o menor frecuencia.

Me parece que hay tantas cosas que van mal en el mundo en este momento, que se me ha creado un tapón que lo atasca todo. Además de eso, me siento culpable por no sentirme del todo bien. Para ponerle la guinda a todo, me da coraje sentirme culpable por no sentirme bien. Un cuadro, vamos.

He cogido la mala costumbre de evitar expresar cómo me siento, sobre todo por pereza a que alguien intente convencerme de que debo sentirme de otra manera. Ya bastante tengo con la presión que me impongo yo… 

Total, que a pesar de este sinsentido, creo que ahora mismo está más que justificado sentirse mal, o rara como mínimo.

Tristeza por defecto

Siempre he tendido a estar triste. Bueno, la verdad es que no ha sido siempre así, sino que empezó cuando la adolescencia asomaba a lo lejos. Antes de eso era una niña que iba a lo suyo, que no tenía miedo a decir lo que pensaba o de defender aquello en lo que creía.

No sentía la necesidad de encajar ni de parecerme a nadie. En cuanto la pubertad tocó a la puerta, me arrastró con ella hacia un abismo emocional tan profundo que llevo desde entonces luchando por salir de él.

Mi tendencia a estar triste no significa que siempre me sienta así. Significa que estar súper alegre, ser optimista y ver la vida llena de arcoíris no es algo que me salga de manera natural. Mi configuración «por defecto» es bastante más apagada, así que tengo que esforzarme para que se haga la luz.

Cuando la vida te sonríe, como se suele decir, eso es algo que resulta más sencillo. Cuando dedicas tu tiempo a algo que te gusta y que te hace sentir realizada, y te rodeas de gente que te hace sentir bien tal como eres, es más fácil tener un mejor estado de ánimo. Se supone que tienes más sitios de los que agarrarte, al menos en teoría.

En cambio, cuando la vida te pone caras raras, el esfuerzo que tienes que hacer para mantenerte a flote suele ser mayor. Durante un tiempo bien, pero la energía que tienes que emplear en ello se va agotando. En mi caso, los años me han dado herramientas para rellenar los depósitos de manera más efectiva, pero llega un punto en el que inevitablemente te cansas.

Las circunstancias y las decisiones indecisas

Con anterioridad me he mostrado bastante vulnerable por aquí (hasta donde he querido, claro), pero cada vez me cuesta más expresar cómo me siento realmente. Ahora mismo no puedo evitar sentir que he fallado, que me quedé descolgada, que mi situación tendría que ser distinta.

Es algo que resulta duro de admitir, no solo por cómo me sienta yo, sino porque no quiero que le suene mal a ninguna de las personas que están consiguiendo lo que quieren. Me encanta ver cómo les va bien, porque soy muy consciente de que la felicidad de otras personas no merma la mía. En todo caso me sirve para tener la certeza de que no hay ninguna fórmula magistral que deba seguir; cada uno crea la suya.

La mentalidad de víctima no es lo mío. Para bien o para mal siempre he asumido la responsabilidad sobre lo que hago o sobre lo que provoco que me pase. Eso lo hace más duro aún, porque no puedo echar balones fuera o culpar a «la sociedad», al Universo o a la suerte. Soy el producto de la coordinación entre mis decisiones y las circunstancias.

Las circunstancias ahora mismo son las que son, y han hecho que cada vez esté más desconectada de todo. La sacudida me ha dejado bastante desconcertada. Todavía no sé muy bien qué tengo que hacer para volver a encontrar el rumbo.

Supongo que expresar parte de lo que siento es un comienzo tan válido como otro cualquiera, especialmente en estos momentos en los que todos avanzamos sin saber con total certeza dónde ponemos el pie… o yo qué sé.

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3 comentarios en «A veces la vida se me hace un nudo»

  1. Hola Petra,

    Aceptar las circunstancias es el primer paso, una vez logrado eso creo que lo principal es ponerse en movimiento y empezar a caminar para cambiar, mejorar o salir de esa situación que te disgusta.

    La tristeza o ese malestar del que hablas es cierto que es más natural en unas personas que en otras, pero creo que la mayoría de las veces es una cuestión de autoestima, ya que tendemos a ponernos unas exigencias que solo están en nuestra cabeza o porque a lo largo de nuestra vida nos hemos visto arrastrados a montar un personaje que en realidad no somos.

    Enhorabuena por tu blog y por contar cómo te sientes de un modo tan transparente.

    Te seguiré.

    Un saludo.

    Responder
    • Gracias por tu comentario, Joaquín. Yo no veo la tristeza como algo negativo, sino como una emoción más que también cumple su función. Sí que es verdad que tiene mala fama, pero no creo que pueda (o deba) ser utilizada como barómetro de la autoestima. Hace ya unos cuantos años escribí la entrada Deja que llueva, en la que quizá se entienda un poco mejor «el concepto». ¡Un saludo! ;)

      Responder
  2. Pedazo de entrada, Petra. Sí, ahora entiendo mejor a lo que te refieres. Y me alegro de que hayas superado esa vergüenza a expresar tus emociones. Yo decía lo del autoestima justamente por lo que cuentas en Deja que llueva: la identificación con la debilidad o con el qué pensarán.

    Sigue escribiendo tan bien y tan sinceramente.

    Un saludo.

    Responder

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