El domingo pasado volví a competir después de un mes de descanso no-competitivo. Lo único que me dejan hacer mis pies de plastilina es salto de longitud, así que me fui hasta Vitoria el domingo pasado para participar en esta prueba en el VII Gran Premio Diputación Foral de Álava. Logré pasar de los 6 metros por primera vez esta temporada, algo es algo. Me quedan tres competiciones por delante: el XVII Gran Premio Ciudad de Ávila este domingo 19, el Campeonato de España de Federaciones Autonómicas el 25 de Julio en Gijón y, finalmente, el Campeonato de España Absoluto que se celebra en Castellón los días 1 y 2 de Agosto.
Ya he dicho en varias ocasiones, principalmente aquí y aquí, que mi motivación al volver a entrenar estaba puesta en el triple salto. Siempre he sido MUY consciente de que es una prueba complicada y sabía que si quería dedicarme a ella tenía que poner todo de mi parte para aprender correctamente la técnica. En un principio parecían verse resultados, que iba cogiendo cosillas y perdiendo el miedo… Pero no ha sido suficiente. Es difícil de explicar: en mi mente está todo claro, sé cuáles son mis errores y cómo debería corregirlos, pero soy incapaz de trasladar esa información a mi cuerpo para que éste la interprete; es como si la conexión cuerpo-mente estuviera rota. Con la longitud me pasa lo mismo, con la diferencia de que me hago menos daño y al menos puedo salir del paso saltando como salto.
Cuando no puedes entrenar y trabajar la técnica por algún impedimento físico, como una lesión, da rabia pero te escudas en eso y tienes algo a lo que culpar. Cuando ves que no mejoras porque eres torpe y pareces no tener la capacidad de controlar tus propias piernas, es frustrante y duro de asumir. Sí, en mi caso combino los factores lesión y torpeza, pero saltando triple con mi dudoso estilo, la primera es consecuencia directa de la segunda. No quiero parecer pesimista, pero tampoco voy a negar que esto ha supuesto una gran decepción para mí.
Estoy buscando la ilusión de seguir adelante en todos los rincones de mi ser, pero me está costando un poco encontrarla. Aunque la comparación sea bastante triste, es como si te pegaras toooda la semana comiendo ensalada “haciendo sitio” para el chuletón que te vas a comer el domingo, visualizándolo, oliéndolo, saboreándolo… Y cuando por fin llegas al restaurante te dicen que no les queda, que lo más parecido que tienen es bistec. Sí, también es ternera y echándole salsa y adornándolo un poco seguramente esté hasta bueno, pero las ganas de chuletón no te las quita nadie. Te comes el bistec, porque tienes que comer, pero no es por eso por lo que fuiste hasta el restaurante. Salvando las distancias, creo que se entiende el concepto. (*Vegetarianos, veganos y crudívoros, siéntanse libres de sustituir chuletón y bistec por los platos que gusten).
Por si fuera poco, también me siento mal por no estar con la motivación al 100%, ya que hay varias personas cercanas a mí que sé que darían casi lo que fuera por poder entrenar y competir con cierta normalidad. Está claro que las cosas hay que hacerlas por uno mismo, pero al tocarme tan de cerca no puedo evitar pensar que soy una desagradecida y sentirme culpable por ello.
Solo quedan dos semanas y media para que termine la temporada, así que estamos ya en la recta final y hay que poner toda la carne en el asador (nunca mejor dicho) para acabar lo mejor posible; rendirse no es una opción. Después ya podré alejarme del mundanal ruido madrileño y reflexionar sobre el presente y el futuro, eso que me gusta tanto hacer.
– P –