Hoy a mediodía salí a correr, como llevo haciendo (casi) cada domingo desde hace un mes, aproximadamente. Hace ya unos meses que decidí que quería volver a estar en forma. Como parte de ese proceso, a principios de diciembre me puse como objetivo llegar a los 30 minutos de carrera continua antes de finales de febrero.
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Sé que decir que salgo a correr queda muy pro, pero te aseguro que si me imaginas corriendo grácilmente, flotando sobre el suelo como si fuese la hija del viento… no podría ser una imagen más alejada de la realidad. Pero oye, ¡te agradezco el voto de confianza!
No, de gracilidad y de flotar más bien poco. Ya lo he dicho en alguna ocasión: la carrera continua es una agonía para mí. No es tanto por lo que me cuesta a nivel físico, sino por el esfuerzo que tengo que hacer a nivel mental. Y ese es precisamente el motivo por el que me «encanta» correr.
Por cierto, antes de continuar… ¿Aquello que dije en mi última entrada de dejar de compartir tantas reflexiones personales en el blog? Olvídalo. Al final son lo más interesante que puedo aportar, así que aquí se quedan.
Tus capacidades marcan tus objetivos
La meta era y sigue siendo esa, llegar a correr media hora seguida, sin anotaciones sobre distancias o velocidades. Este tipo de carrera en sí no me motiva (sorry, not sorry), pero sí es interesante como medio para otros fines.
¿Es un objetivo ambicioso? No, no especialmente. Primero, porque ya lo he hecho antes, creo que una vez y hace 12 o 13 años, pero lo he hecho. Segundo, porque el plazo marcado de tres meses es tiempo más que suficiente como para conseguirlo, sin acabar luego tirada en el muelle.
Aún así, se plantea como el tipo de reto que necesito ahora mismo. Al suponer un reto más mental que físico, sé que va a impactar positivamente en varias de las otras metas que tengo marcadas en los distintos ámbitos de mi vida.
(Cuando publiqué Echo de menos ser atleta… así que empiezo una nueva temporada, no pensé que fuese a ser tan literal. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.)
La carrera de hoy y mi diálogo interno
Mi objetivo para la carrera de hoy era llegar a los 25 minutos. La semana pasada solo llegué hasta los 17 (estaba premenstrual a tope y me pesaba hasta el alma), mientras que dos semanas antes había conseguido alcanzar los 20 minutos.
Sabía de antemano que me iba a costar, lo consiguiera finalmente o no. Esa es la gracia del asunto, al menos para mí.
Desde el momento en el que empiezo a correr, también arranca una conversación conmigo misma. Al principio me digo que todo va a ir bien, que no me acelere ahora que todavía estoy fresca, porque si no luego lo voy a pagar.
Tras superar la barrera de los 10 minutos me digo que, aunque sepa que en breve vaya a notar que la cosa se empieza a hacer cuesta arriba, es importante tratar de mantener la calma y no agobiarme.
Al llegar a los 15 minutos, llega la inevitable pregunta: «¿cuántos minutos más voy a aguantar hoy?» «¿Llegaré hasta los 20?» «¿Conseguiré que mi cuerpo entre en piloto automático y llegar a los 25?»
Desde ese momento, las indicaciones internas que me doy son constantes.
- «Céntrate en seguir corriendo, no mires el reloj».
- *El reloj vibra*. «¡Ya llevas 2 km.!»
- «A la altura de la siguiente papelera, mira a ver si ya has llegado a los 20 minutos».
- «Has llegado a los 20 y sabes que puedes seguir un poco más. Sigue adelante sin mirar el reloj hasta que sientas que vas casi al límite».
- «Al llegar a aquel cartel, comprueba cuánto te queda. ¡Seguro que casi lo tienes!»
- «¡24:52! Solo unos pasos más y ya está hecho».
- «¡Tómalo, 25:10! ¡Objetivo cumplido!»
Paro el cronómetro toda orgullosa (y un poco destruida), solo para fijarme en que había recorrido 2970 metros. 30 metritos más y hubiese hecho 3 km. ¿Seguía estando orgullosa? Hombre, pues claro. ¿Me había quedado rascada? Hombre, pues también.
Esa sensación se me pasó enseguida, porque en realidad no tenía ningún objetivo de distancia en mente. Resultó ser una grata sorpresa descubrir que cuanto más tiempo corres, más distancia recorres. ¿Quién lo hubiese imaginado? (Modo irónico on.)
Estar en forma tiene muchas formas distintas
A alguien que disfrute corriendo kilómetros y kilómetros, o a quien simplemente le resulte fácil este tipo de carrera, mi objetivo puede hacer que se le levante una ceja. En cambio, tal vez haya alguien que nunca ha corrido a quien le parezca algo fuera de su alcance.
Estar en forma (empleado como concepto que lo abarca todo), es algo que toma una forma totalmente distinta para cada persona. Tanto el proceso para llegar a ese estado, como la manifestación interna y externa de los resultados, son personales e intransferibles.
Tomar inspiración de otras personas o coger «recortes» de algo que están haciendo que creas que te puede servir está bien, pero no existen las fórmulas universales. El ensayo-error y probar cosas para ir aprendiendo qué es lo que mejor te funciona es inevitable si quieres crear tu fórmula personalizada.
El nivel de exigencia lo pones tú
Tú sabes (o deberías de saber) hasta dónde puedes exigirte. Cuánto es demasiado poco y cuánto es forzar más de la cuenta. Estamos en unas fechas en las que ponerse objetivos, muchos de ellos relacionados con ponerse en forma, empezar a hacer ejercicio, moverse más, etc. está a la orden del día.
Por eso quiero lanzar este recordatorio al aire internáutico: un objetivo o meta tiene que resultar retante, pero sin llegar a ser imposible de alcanzar.
Como he tratado de ilustrar con mi ejemplo de la carrera, el objetivo elegido no es arbitrario. Lo he elegido por unos motivos concretos, teniendo en cuenta los contratiempos que pueden surgir y me he dado un plazo realista para conseguirlo. Tú puedes hacer lo mismo con cualquier objetivo que te quieras marcar.
¿Qué mejor momento que estas fechas llenas de metas, propósitos e intenciones para dedicar un ratito a plantearte en serio qué te gustaría conseguir en estos meses que tenemos por delante?
Siempre en positivo!!⏳🔝
¡Y siempre aprendiendo! ✨